22 de febrero del 2025
Uniformados de la Policía Metropolitana se unieron y le dieron un día inolvidable al menor.
El pasado 21 de febrero, el área de oncología del Hospital Federico Lleras de Ibagué se llenó de alegría y esperanza con la celebración del primer cumpleaños de Samuel Vargas, un niño de un año que padece de retinoblastoma bilateral, un cáncer ocular poco frecuente.
A las 2:00 de la tarde, más de seis uniformados del Grupo de Protección a la Infancia de la Policía Metropolitana de Ibagué llegaron con una misión muy especial: celebrar la vida de Samuel. La historia de este pequeño comenzó a entrelazarse con la de los policías cuando la madre de Samuel, Diana, se acercó a ellos mientras atendían un caso de abuso sexual en el hospital. Compartió las dificultades que enfrentaba su familia, incluyendo la enfermedad de Samuel y su hermano Matías, quien también padece la misma condición.
La familia, residente en Planadas, Tolima, ha enfrentado diversas adversidades, incluyendo la pérdida de sus pertenencias en un incendio en diciembre. La situación conmovió a los uniformados, quienes decidieron actuar y hacer algo significativo para la celebración de Samuel.
Los policías, que forman parte del Grupo de Protección a la Infancia, recolectaron fondos y donaciones de alimentos para organizar una celebración inolvidable. Con el apoyo de aproximadamente 30 uniformados, lograron reunir lo necesario para hacer del primer cumpleaños de Samuel un evento especial.
El día llegó, y el piso 6 del hospital se transformó en un espacio festivo, decorado con globos de colores y una mesa con un pastel adornado con frutas y una brillante vela. La pequeña sonrisa de Samuel iluminó el ambiente, llenando de felicidad a todos los presentes.
A pesar de su corta edad y de su condición médica, Samuel mostró una alegría contagiosa que sirvió de inspiración para los policías. La celebración se convirtió en un recordatorio del valor de la vida y de la importancia de apoyar a quienes enfrentan dificultades.
Al final de la jornada, Samuel regresó a su hogar en Planadas, en brazos de su madre, quien se sentía llena de gratitud. Por unas horas, el hospital dejó de ser un lugar de sufrimiento; en su lugar, se vivió la felicidad y la risa de un pequeño niño y su madre, un verdadero ejemplo de resiliencia y amor ante la adversidad.